sábado, 24 de abril de 2021

Letur, belleza a raudales en plena Sierra del Segura

La Sierra del Segura de Albacete es un conglomerado de 12 municipios con características similares y con diferencias suficientes para querer conocer cada uno como la palma de la mano. 


Como buena murciana ya conocía Letur. Había estado en numerosas ocasiones, la última hace demasiado tiempo, aún no había nacido mi sobrina pequeña (4 años) Estuve acompañada de la familia. Alquilamos una de las numerosísimas casas rurales del lugar para disfrutar del paisaje, pasear por sus parajes idílicos y dormir bajo una cubierta, porque en la sierra el fresco gana hasta a agosto.

Esta semana he regresado. Una escapada exprés. Lo que viene siendo quitarse de enmedio y aprovechar el día libre que tenía pendiente. Elegí Letur por las posibilidades que ofrece, sin reparar demasiado en que viajaba en días de semana y en el mes de abril, lo cual lo hace aún más hermoso. La primavera, que lo embellece todo, no iba a hacer menos con la naturaleza. Es como una madre gestante en sus meses centrales de embarazo, con la exhuberancia a flor de piel; pues así está la sierra en plena primavera. Una amalgama de tonalidades verdes, de colores vivos merced de las flores silvestres, de las huertas que aún se cultivan en la circunvalación del pequeño núcleo urbano, un sinfín de sonidos provenientes de todo tipo de pájaros y otros animales terrestres.

La elección del alojamiento también fue puro azar. Me pasa casi siempre. Me dejo llevar por las sensaciones que causan en mi las fotos que veo y casi siempre acierto. Esta ocasión no iba a ser menos. El Cortijo Agroturismo La Artezuela está situado en el Paraje La Artezuela, a un kilómetro de Letur en dirección a la Cascada.



Silvia, la dueña del lugar, tiene una finca preciosa. Un par de habitaciones y una casa equipada con todo lo necesario. En un primer lugar elegí una de las habitaciones, pero la propietaria me llamó para decirme que en estas fechas el restaurante del lugar está cerrado y que quizá en la casa íbamos a estar más confortables, por tener todos los servicios a nuestra disposición, así que hicimos el cambio. La casa, aunque austera, contaba con lo necesario para disfrutar de la escapada. Un zona de salón amplio, una cocina bien equipada y una segunda estancia en la que se encontraba la habituación y un pequeño baño. Sin duda la habituación era la corona de aquella vivienda. La cama colocada estrategicamente en el centro del lugar para que desde la misma se pudieran divisar la espectacularidad del paisaje. Disfrutar del silencio y de las vistas son lujos de los que actualmente podemos disfrutara muy poco. Habría que hacerlo más. Allí se cura el alma, aunque para sanarla totalmente hay que aislarse por completo por más de un mes. 


Dice Silvia que no todo es tan bonito. Que la soledad y los días de invierno allí se hacen duros, pero está claro que cuando llegamos los urbanitas pensamos que todo el monte es orégano. Silvia es una de esas mujeres rurales, que sabe lo que significa que salga el sol y que se ponga, porque sus animales tienen ese ritmo en primavera, verano, otoño e invierno. En su cortijo puede organizarte actividades y te permite que estés a su lado cuando está ordeñando a sus cabras. Es realmente otra manera de vivir, pero en un lugar privilegiado para hacerlo.

LETUR

El martes, después de desayunar, emprendimos marcha. Subimos caminando al pueblo por un camino que circunvalaba al pueblo: "Lo tenéis que ver siempre arriba y a la derecha", esa fue la indicación que nos dio la propietaria de La Artezuela. No llevábamos 300 metros andados cuando ya estábamos haciendo fotos. Y es que la luz del día y los colores del lugar hacía que ante nosotros estuviera el mejor de los murales paisajísticos en vivo. 






Tras salvar unos metros de camino de tierra nos adentrarnos en una calzada de unos 50 centímetros de ancha. Un camino empedrado y muy sencillo de seguir. Hace algunos años un nutrido número de farolas decoraban aquél lugar, pero las mismas han desaparecido y sólo quedan sus restos. Cuando llevábamos un par de kilómetros nos desvíamos hacia el paraje El Charco Pataco, un lugar al que seguro acuden las hadas al anochecer. He visto ese lugar en verano y es un bullicio de gente, abril nos lo ha regalado en exclusiva, con sus saltos y pozas de agua brincando y sonando para delicia de nuestros oídos. 


Regresamos hasta la calzada para continuar hasta el pueblo. Accedimos por el espacio reservado en fiestas a los toros que sueltan para jolgorio del visitante y seguimos el sonar del agua hasta llegar a la piscina natural. Otro de esos espacios que en verano cuesta ver debido al gentío y que ahora estaba abierto sólo para nosotros. De ahí a la plaza, ayuntamiento, iglesia (pequeña, pero acogedora y bonita), el mirador de La Molatica desde donde se vislumbra todo el valle y a lo lejos la Sierra del Regalí, por donde transcurre el Río Segura.












Tras recorrer el camino del Arroyo Letur e intentar llegar hasta el Puente Medieval hicimos la obligada parada técnica para picar algo en el único bar que estaba abierto ese día: La Parra y sin descanso iniciamos el camino hacia la cascada, un paseo de 8 kilómetros (ida y vuelta) hasta casa. El camino hasta la cascada es muy agradable, accesible y cómodo para toda la familia y el paraje espectacular. Agua y rocas rodeados de árboles y arbustos de un intesísimo color verde.







En 1983, Letur fue decladao Conjunto Histórico Artístico. Está considerado como uno de los pueblos más bellos de España por su peculiar estructura urbana, herencia del legado andalusí y un fértil territorio que facilita su dinamismo agroproductivo. Letur cuenta con manifestaciones de arte rupestre levantino - Patrimonio de la Humanidad -, con yacimientos ibéricos del Macalón, La Muela o Los Castillicos. La buena conservación de su casco urbano lo hace una de las joyas de Albacete y Castilla La Mancha.

Innumerables rutas cortas y sencillas, aptas para el disfrute de los no expertos en senderismo. Letur ha hecho del turismo su forma de vida. De allí es el conocido festival LeturAlma, promovido por su vecina más ilustre: Rozalén. El verano de 2021 volverá a contar con él después de haber tenido que suspender el de 2020 por la pandemia del Covid19.



Desde que los días libres son los martes, la vida tiene otra pausa, otro color. Eso y el sonido maravilloso del agua recorriendo cada  rincón de este must de la Sierra del Segura, lo convierten en un acierto para cualquier época del año.

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